lunes, 9 de mayo de 2011

Peter the Wild, el niño que salió del bosque y llegó hasta el palacio real

En 1725, un niño fue “cazado en los bosques de los alrededores de Hamelín. No tendría más de 14 años e iba desnudo, andaba a cuatro patas y trepaba por los árboles con la agilidad de una ardilla. Su aspecto era silvestre, sucio y descuidado, y, como se sabría después, no entendía lo que le decían ni era capaz de articular palabra. Con el tiempo, aquel niño se convertiría en una celebridad de su época y sería objeto de numerosas teorías que intentarían explicar su misterio.

Wild Peter, pintado en una de las paredes de la Escalinata del Rey del Palacio de Kensington

Existen varias versiones sobre su captura, como de muchos otros aspectos de su vida. Según unos, fue por orden del rey Jorge I de Gran Bretaña, príncipe elector de la vecina Hanover, que había oído con anterioridad varias historias sobre de él. Según otros, fueron unos campesinos que se habían topado con él en varias ocasiones los que lo capturaron. Tal vez, sin estar muy seguros de si se trataba de un hombre o de un animal. En cualquier caso, parece que atraparlo no resultó fácil y el joven ofreció toda la resistencia posible.

Tras su captura fue llevado a la vecina ciudad de Zell, donde fue encerrado en una prisión. Allí, según parece, rechazaba la comida cocinada, en especial, la carne, y sólo comía verduras y fruta, aunque otros aseguraban que la carne, si era cruda, sí que era de su agrado. Su comportamiento era más propio de un animal que de un ser humano y era incapaz de entender lo que le decían y, mucho menos, de responder con palabras. Su pelo era largo y enmarañado. Sus uñas también eran largas y estaban rotas. Su piel estaba quemada por el sol y era muy peludo.

No tardaron en aparecer las primeras teorías sobre el origen de aquel niño que, desde luego, no parecía que hubiera estado bajo el cuidado de adultos. Para algunos era una versión moderna de Rómulo y Remo, y como ellos había sido criado por una loba, o quizás un jabalí o una osa, pero otros dudaban que Peter fuera realmente un niño salvaje y creían más bien que no era más que un niño “idiota. Un niño que había sido abandonado a su suerte, no mucho antes de ser encontrado, por sus padres, que o no podían o no querían seguir haciéndose cargo de él.

En 1725, Jorge I, hizo traer al niño a su corte en Herrenhausen, donde le dieron el nombre de Peter. A la primavera del año siguiente, después de una breve fuga al bosque y de volver a ser capturado, el rey se lo llevó con él a su palacio de Kensington en Londres, donde fue exhibido por primera vez ante la nobleza como si se tratara de una curiosa mascota, correteando y moviéndose como si fuera un chimpancé. Allí, Peter se convirtió en un personaje más de la corte, al que el Rey acostumbraba a vestir con refinados vestidos y a sentar a su mesa, donde solía comer con las manos y de una manera bastante ruidosa, todo un espectáculo para un entorno tan refinado.

Pero la popularidad de Peter trascendió más allá de la Corte y se convirtió en una curiosidad viviente a la que se dedicaban sátiras y de la que los periódicos hablaban. Muchos autores ingleses de la época escribieron sobre él, uno de ellos Daniel Defoe en su “Un cuerpo sin un alma” , en el que incluía una “disertación sobre la utilidad y la necesidad de los tontos, ya fueran políticos o naturales”. Defoe deliberaba si una criatura así, criada sin contacto con otros humanos, tendría algún tipo de sentimiento moral o, incluso, alma.

Defoe concluía que hasta que no desarrollara la capacidad de razonar sólo podía ser considerado humano “de manera potencial”. El escritor inglés mostraba sus dudas sobre la posibilidad de ser capaz de razonar sin antes adquirir la facultad de lenguaje. Sin esa facultad, ¿podría Peter entender su “voz interior”? Así que de momento era como un barco sin timón y retrasaba su veredicto final hasta ver los resultados que en él podía producir de la educación.

El Palacio de Kensington, Jan Kip (1724) | Wikipedia

No es de extrañar que Roger Moorhouse, doctor en historia moderna alemana, afirme que Peter fue como un regalo caído del cielo para Defoe y para otros intelectuales europeos del Siglo de las Luces. Un regalo que sirvió para animar sus debates sobre el “buen salvaje. y la aparición de numerosas teorías sobre la socialización de los niños y la importancia que el lenguaje jugaba en ella.

Por ejemplo, según señala Moorhouse, otro de los que trataron el caso de Peter, fue el excéntrico juez y filósofo escocés James Burnett. Para Burnett, Peter constituía una prueba de que los humanos nacían mudos y que el lenguaje era un hábito que sólo se adquiría mediante la práctica y gracias al entorno. Sin embargo, otros tenían una opinión ligeramente diferente y creían que Peter era la demostración de la existencia de un período crítico en el desarrollo intelectual del niño que, una vez pasado, si el niño no ha aprendido a hablar, ya no lo conseguirá jamás.

Pero, aparte de su notoriedad en los círculos intelectuales, Peter fue también un personaje conocido por el pueblo llano y esta popularidad le valió que le dedicaran una estatua en un museo de cera londinense, o la aparición de números panfletos sobre su caso, algunos de los cuales sirviéndose como excusa del interés que el rey había mostrado por él, lo relacionaban con la familia real.

Pero, con el tiempo, la fascinación que el rey había mostrado en un principio hacía los “silvestres” modales del joven fue desapareciendo y aburrido de su comportamiento, pidió al doctor de la corte, John Arbuthnot, que se hiciera cargo de él e intentará “civilizarlo”. Arbuthnot lo bautizó, pero no logró enseñarle a hablar. Todo lo que consiguió es que repitiera como un loro, y de manera casi ininteligible, su nombre y “King George”. En 1728, frustrado por los escasos progresos conseguidos, Arbuthnot desistió y declaró al joven “incapaz de recibir instrucción”.

Tras la muerte del rey, su nuera, la reina consorte Carolina, una mujer reconocida por su inteligencia y su interés por la educación y que ya antes había mostrado interés por Peter, se convirtió en su nueva protectora. Una de las damas de compañía de Carolina buscó un nuevo hogar para Peter en una granja cerca de Northchurch. Para entonces el interés púbico por el niño salvaje había decaído bastante y, con este traslado al campo, Peter desapareció definitivamente de las columnas de cotilleos de los periódicos

Una nueva maestra de escuela se convirtió en su tutora, pero, una vez más, todos los intentos para que Peter aprendiera a hablar resultaron inútiles. En su frustrado viaje hacia la civilización, sí que surgió en él un cierto interés por la música y el baile, y acabó desarrollando el gusto por la ginebra y la cerveza. Todo esto sin perder su apariencia feliz y su comportamiento tímido, pero amable.

Durante todo este tiempo la reina Carolina le seguía manteniendo una generosa asignación económica trimestral y el joven Peter fue pasando por varias familias de pequeños terratenientes hasta que un día a finales del verano de 1751 desapareció. Peter acostumbraba a pasar largos días fuera de la granja cuando el tiempo era cálido y seco, pero siempre acababa regresando a la granja, sin embargo, esta vez no lo hizo.

Vista más general de la pintura anterior. A la izquierda de Peter, el Doctor John Arburthnot. También puede verse al paje polaco del rey y sus dos sirvientes turcos

Thomas Fenn, el terrateniente que estaba al cargo de Peter puso anuncios en periódicos y ofreció una recompensa para todo aquel que pudiera aportar algún dato que ayudara a dar con él, pero pasó el tiempo, llegó el otoño, y cuando parecía que no se volvería a saber nada de él, el 22 de octubre, se declaró un incendio en Norwich, una población a más de 150 kilómetros de distancia de la granja de donde había desaparecido Peter.

El fuego se extendió rápidamente por el pueblo hasta llegar a la prisión. Para evitar que los allí encerrados acabaran calcinados, no hubo más remedio que abrir las puertas. Entre todos ellos, hubo uno que destacó por su aspecto robusto y peludo, y por ser únicamente capaz de responder con ruidos y gruñidos a las preguntas que se le hacían.

Se trataba de un vagabundo que unos meses antes había sido encontrado merodeando por la ciudad. Según citan algunas fuentes, cuando fue encontrado algunos sospecharon que podría tratarse de un “español subversivo”, un espía; según otras, simplemente fue tomado por un mendigo y otros destacan que lo que más sorprendió entonces fue su semblante salvaje y los ruidos que emitía les recordó a un orangután. En cualquier caso, cuando fue interrogado, al ser incapaz de responder con palabras y no sabiendo muy bien qué hacer con él, decidieron encerrarlo en la prisión.

Unos días después del incendio, aquel vagabundo fue identificado como Peter the Wild y fue llevado de vuelta a la granja de Thomas Fenn. A partir de entonces y para que no volviera a perderse, Peter llevó un collar de bronce al cuello con su nombre y la dirección a la que ser devuelto si se perdía.

Años más tarde, un día de junio de 1782, el excéntrico James Burnett, que años antes ya había estudiado su caso, tuvo la oportunidad de visitar a un Peter ya anciano. Según Burnnet, no era de gran estatura, poco más de metro y medio, tenía un aspecto sano y saludable, con una gran barba que cubría su cara, que no era fea ni desagradable. Peter no había hecho grandes progresos y todo su vocabulario seguía limitándose a “Peter “ y “King George”, aunque la mujer de la casa aseguró al filósofo que si que era capaz de entender las frases más habituales que se le decían.

Peter murió unos años después, un día de febrero de 1785, cuando tenía unos 70 años y fue enterrado en el cementerio de la iglesia de St Mary de Northchurch donde aún hoy puede visitarse su tumba. Durante todo este tiempo no se ha podido descubrir nada nuevo que permita aclarar su misterioso origen, pero sí que han continuado apareciendo teorías que intentan arrojar algo más de luez. En el siglo XIX, fue el antropólogo alemán Johann Friedrich Blumenbach el que defendía que Peter no fue en realidad un niño salvaje, si no, como ya habían sostenido otros antes, un niño que padecía algún tipo de retraso mental.

Lápida de “Peter the Wild Boy” in la Iglesia de St Mary, Northchurch | Wikipedia

El par de dedos “unidos que tenía Peter, según descripciones de la época, sería un síntoma secundario de este retraso. Además, según Blumenbach, Peter también podría haber sufrido anquiloglosia. La conjunción de ambos factores podía ser la verdadera causa de que no hubiera sido capaz de aprender a hablar. De ser cierta su explicación y no ser un niño salvaje, todas las teorías de la época sobre la socialización basadas en Peter resultarían infundadas.

Este mismo año, 2011, ha aparecido una nueva teoría en la misma línea de la de Blumenbach que afirma haber encontrado cual era la verdadera enfermedad de Peter. Lucy Worsley, historiadora y restauradora de los “Historic Royal Palaces”, se ha basado para ello en una de las pinturas de la Escalinata del Rey del Palacio de Kensignton en las que aparece retratado el joven Peter acompañado de otros personajes pintorescos de la corte del rey Jorge.

Aunque Lucy reconoce que en un principio sospechó que Peter era autista, cuando enseñó el retrato a Phil Beale, un profesor de genética, este llegó a la conclusión que Peter realmente sufría el síndrome de Pitt-Hopkins, un desorden genético desconocido en la época de Peter, ya que fue identificado en 1978. Para ello, fue clave la encantadora sonrisa que la boca de Peter dibujaba en la pintura de la escalinata, en la que destaca la curva pronunciada del arco de Cupido de su labio. El síntoma más distintivo de esta enfermedad. También parecen corroborar esta hipótesis sus párpados caídos, su vigoroso cabello o sus labios gruesos.

Lucy y Phil también tienen en cuenta las descripciones de la época que hacen referencia a sus dos dedos “unidos”. Aunque van más allá que Blumenbach y afirman que se trata de un caso de acropaquia, una enfermedad que produce el agrandamiento indoloro e insensible de las falanges terminales de los dedos de las manos, otro síntoma del síndrome de Pitt-Hopkins. Igualmente, el síndrome también sería la explicación para el aparente retraso mental de Peter.

Lucy afirma que la enfermedad podría ser una explicación de porqué Peter fue abandonado por sus padres. Sin embargo, lamenta que no nos permita saber nada más de quienes pudieron ser estos. Un misterio que aún queda por resolver.

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+info:
- Peter the Wild Boy in en.wikipedia.org
- Peter the Wild by Roger Moorhouse
- Peter the Wild Boy c. 1711-1785 by Stuart John McLaren for NorwichHeart
- Peter the Wild Boy’s condition revealed 200 years after his death in The Guardian
- The child savage kept as a pet by King George by David Leafe in MailOnline
- The new wonderful museum, and extraordinary magazine by William Granger and James Caulfield in Google books
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