viernes, 5 de diciembre de 2008

La exploración del Ártico a bordo de hielos

A principios del siglo XX, la falta de vehículos adecuados para atravesar las vastas áreas de hielo y agua seguía imposibilitando la exploración del Ártico. Sería el aterrizaje de un avión sobre un islote” de hielo en 1925, el que marcaría el inicio de una nueva era en esa exploración, la de las estaciones científicas en hielos a la deriva.

Las limitaciones y dificultades de movimiento en el Ártico afectaban no sólo al viaje de los exploradores sino también el transporte de suministros y equipamiento necesario para mantener la vida en un entorno tan hostil.

Antes de la instalación de las estaciones científicas, la mayoría de la información disponible sobre el Ártico había sido obtenida por barcos atrapados en los hielos que habían seguido su deriva con ellos. Uno de esos barcos fue el noruego Fram, su capitán, Fridjof Nansen, lo había construido para poder resistir la presión del hielo. Nansen, quería probar que las corrientes del Ártico pasaban cerca del Polo Norte.

A finales de 1933 una tragedia supuso otro gran avance en el posterior desarrollo de estaciones sobre hielos. El barco de vapor soviético Chelyuskin había salido del puerto de Murmansk, en el noreste de Rusia, el 2 de Agosto de 1933 con la misión de comprobar si una barco que no fuera rompehielos podía cubrir la ruta del Mar del Norte en una sola temporada.

Tras lograr navegar con éxito a través del mar de Barents, el de Kara y el de Siberia Oriental, finalmente quedó atrapado en el hielo ártico en Septiembre. El día 13 de Febrero del 1934 el barco cedió finalmente a la presión del hielo y acabó hundiéndose. Los 103 tripulantes escaparon y fueron capaces de establecer un campamento sobre un hielo, gracias a un tractor consiguieron construir una pista de aterrizaje que sería vital para su posterior evacuación aérea.

Esta primera operación masiva de transporte aéreo en el Ártico permitió perfeccionar las técnicas que más tarde serían usadas en la exploración de este océano y demostrar que se podía sobrevivir sobre el hielo. Pese a los contratiempos, la expedición del Chelyuskin fue considerada un éxito puesto que el barco quedó atrapado muy cerca del final de la ruta. Pero el incidente demostró que era necesario un mejor conocimiento del comportamiento de los hielos así como de la meteorología de la zona para poder utilizar la Ruta del Mar del Norte.

Al mando de la expedición del Chelyuskin se encontraba Otto Schmidt, un famoso explorador del Ártico, que había dirigido antes varias expediciones bordo del rompehielos a vapor Georgy Sedov , estableciendo la primero estación científica en la Tierra de Francisco José, un archipiélago soviético en el Ártico.

Sería precisamente Schmidt el que supervisaría la expedición aérea que establecería la primera estación sobre un témpano de hielo soviética, la Severny Polyous (Polo Norte en ruso) 1. La estación se estableció el 21 de Mayo del 1937 sobre una placa de hielo de 3 metros de grosor y unos 4 km2. Para mantener las comunicaciones se había instalado una torre de radio y se había habilitado una pista de aterrizaje para el reabastecimiento. Al mando de la estación quedó Ivan Papanin, acompañado por el hidrobiologo Pyotr Shirshov, el astrónomo y meteorólogo Eugeny Fedorov, y el operador de radio Ernst Krenkel. La misión duraría 274 días, durante los cuales la estación viajó a la deriva más de 2600km, obteniendo las primeras observaciones científicas en tan alta latitud.

La tripulación regularmente medía la profundidad del mar, extraía muestras del fondo marino, medía la temperatura del agua, tomaba muestras del agua a diferentes profundidades, y realizaba observaciones meteorológicas. En Febrero del 1938, la Severnyy Polyous llegó al mar de Groenlandia, y tras varios intentos, fue evacuada con éxito con la ayuda del rompehielos Krasin. La expedición se convirtió en otra “victoria del comunismo” y los cuatro miembros de la expedición fueron nombrados Héroes de la Unión Soviética.

Esta primera expedición demostró que no había grandes masas de tierra ni pequeñas islas en las proximidades del Polo Norte. El relieve del fondo marino fue registrado durante su viaje. Se descubrió que el agua templada del Atlántico llegaba a las profundidades del polo y que en el fondo del Ártico la temperatura del agua se incrementaba debido al calor terrestre. Shirshov, en particular, llevó a cabo varios estudios sobre el plancton que desmontaron las teorías que negaban la posibilidad de vida en las aguas del Ártico a tan altas latitudes.

El equipo también hizo importantes mediciones sobre el campo magnético y la trayectoria que seguía el hielo en su deriva. Se encontraron nuevos patrones en el clima Ártico. Se descubrió que los ciclones que traen lluvia, niebla y tiempo inestable eran tan habituales en el Polo como en latitudes inferiores. Las mediciones meteorológicas y magnéticas, abrieron las posibilidades para rutas aéreas sobre el Ártico.

En 1950 se organizó e instaló una segunda estación, la Severnyy Polyous-2. Fue a partir de 1954 cuanto la exploración por medio de este tipo de estaciones se convirtió en habitual en la Unión Soviética, cada año una, dos, y a veces hasta cuatro estaciones simultáneamente estaban operativas en el Ártico.

Estas primeras estaciones tuvieron que hacer frente a problemas que luego se repetirían en las siguientes. El verano hacía que el hielo se fundiera y convertía la superficie de los hielos en “fangosa”, resultando difícil caminar sobre ella. En varias ocasiones los campamentos se tuvieron que cambiar de sitio, dentro de los islotes, debido a la aparición de “pilares” debajo de las tiendas y cabañas. El hielo debajo de las tiendas aguantaba más el calor y se derretía a menor velocidad.

La presión del hielo también suponía un peligro para estas estaciones y fue la causante del abandono o destrucción de muchas de ellas. La presión también era la responsable de la reducción de tamaño de sus “islas de hielo”, algunas de ellas en el momento de su abandono eran tan sólo una cuarta parte de su tamaño original. Otro de los peligros de la zona era el oso polar, al que convenía mantenerlo alejado de las estaciones, es por ese motivo que los perros han formado parte de las tripulaciones y el rifle era un compañero inseparable.

En los años posteriores, las investigaciones se centraron en entender los patrones de los procesos naturales y como preverlos, buscando la conexión entre los fenómenos de la región polar y el resto de la hidrosfera y atmósfera terrestre. Se hicieron numerosos descubrimientos en el campo de la geografía física, como el descubrimiento de la Dorsal de Lomonosov, que cruza el Ártico. También se realizaron otros descubrimientos referentes al relieve del fondo marino, a las corrientes marinas o las trayectorias de los hielos en el Ártico.

A medida que los soviéticos ganaban experiencia con sus estaciones, fueron también mejorando su equipamiento. Un ejemplo de esta mejora eran los lugares donde dormían los tripulantes. Las tiendas de piel y sacos de dormir de las SP-1 y SP-2 fueron substituidos por cabañas con calefacción y camas en las SP-3 y SP-4. La SP-5 en 1955, contaría con habitáculos desmontables sobre patines. Las estaciones se fueron dotando de todo-terrenos, tractores, camiones, barcos y helicópteros. Los helicópteros y posteriormente pequeños aviones permitían llevar a cabo investigaciones en zonas alejadas del campamento base.

La existencia de las estaciones soviéticas no trascendió a Occidente hasta el año 1954. La actividad hasta la fecha de los americanos en el Ártico se había limitado a vuelos de reconocimiento. En 1951, estos vuelos de reconocimiento habían convertido en diarios y se decidió seguir la trayectoria de tres témpanos en su deriva, que recibirían el nombre de T-1, T-2 y T-3. Ese mismo año instalarían su primera estación meteorológica en uno de estos islotes, aunque sería destruida 19 días después por la presión del hielo. Al año siguiente instalaron la segunda, en un témpano de 11 km de largo, que sería abandonada 2 años más tarde.

En total los americanos llegaron a contar con 11 estaciones hasta el 1965. Cuatro de ellas en el mismo islote, el T-3. El resultado de los estudios y experimentos llevados a cabo por los americanos coincidieron en su mayoría con los soviéticos. Tanto los unos como los otros investigaron la trayectoria de la deriva de los hielos, la meteorología de la zona, o la estratificación del agua del Ártico, llegando a conclusiones similares. En lo que respecta a la vida en las estaciones, también fue muy similar, mejorando en ambos casos con el paso del tiempo y teniendo que afrontar el mismo tipo de dificultades y peligros.

Como es fácil sospechar, ambas iniciativas también tenían su interés militar. Antes del desarrollo de los misiles balísticos intercontinentales, ambas potencias se dieron cuenta de la importancia y necesidad de información del océano que los “separaba”. La información meteorológica era necesaria en la planificación de posibles operaciones militares en las regiones árticas y en especial en las submarinas.

El programa soviético concluyó con la Severny Polyous-31, que fue cerrada en Julio de 1991. De entre los muchos “viajes” de estas estaciones merece la pena destacar el de la SP-22, que duró nueve años. Durante la duración del programa, del 1937 al 1991, un total de 88 tripulaciones estuvieron 29.726 días, cubriendo una distancia de 169,654km. Tras la caída de la Unión Soviética, la exploración del Ártico fue suspendida durante doce años hasta el 2003, el año que marcaría el retorno de Rusia al Ártico con la estación SP-32, siguiendo con la numeración y herencia soviética.

La SP-32 seria seguida por otras, la penúltima de ellas, la SP-35, empezó a funcionar el 21 de Septiembre de 2007. En Julio de este año, 2008, tuvo que ser desmontada y evacuada de una manera un tanto apresurada, puesto que la placa sobre la que se asentaba se derretía por momentos, tras haber pasado de una extensión de 2x4 kilómetros, cuando se estableció la estación, a tan sólo 300x600 metros. Este mes de Septiembre ha empezado a operar una nueva estación, la SP-36.

PS(i): paralelamente a las exploración del Ártico en estaciones a la deriva por parte de americanos y soviéticos, ha habido otras iniciativas, otras expediciones, otros países, cooperaciones entre rusos y americanos, cooperaciones con otros países y... sigue habiendo.
PS(ii): La exploración del ártico, sus héroes y sus catástrofes seguro que vuelven a visitar este blog.

*foto 1: La SP-1 durante el verano del 1937, vía Beaufort Gyre Exploration Project, cortesía de Ecoshelf
*foto 2: Ivan Papanin en la SP-1

*foto 3: Insignia soviética conmemorativa de una Severny Polyous

*foto 4: Aviadores americanos a 20 bajo cero
*foto 5: SP-35, penúltima estación rusa,
foto original de Juergen Graeser (Alfred Wegener Institute)


posts relacionados:
- El pozo más profundo de la Tierra
- El Ekranoplano, el monstruo del Caspio
- La desaparición de los Vikingos de Groenlandia

+info:
- North Pole Drifting Stations (1930s-1908s) in Beaufort Gyre Exploration Project
- US Arctic Drifting Stations (1950s-1960s) in Beaufort Gyre Exploration Project
- Soviet and Russian manned drifting ice stations in en.wikipedia.org
- Drifting Ice Stations by First Lieutenant Charles L. Smith

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Cosas he visto y leído acerca de las aventuras en el ártico, incluso creo que llegué a leer una especie de leyenda que decía que los nazis llegaron a tener por allá abajo en la antártida el fortín más indestructible de toda la historia para guardar submarinos (lo leí en un blog pero no me pidáis que recuerde cuál es...) y las aventurillas de algunos valientes por esas latitudes (en otro ataque de mala memoria, se me olvidó el nombre de cierto británico que se volvió por allá abajo al menos tres veces, la segunda de las cuales salió vivo por lo pelos al tratar de llegar al Polo Sur en barco...).

Interesante artículo ^_^

Bovolo dijo...

Eso de los nazis suena realmente interesante, aunque tal vez sea sólo leyenda, pero merece ser investigada ;-)

Como tú dices, tenían que ser unos valientes los primeros exploradores. En aquellos tiempos en los que no había radios ni te podían venir a sacar rápidamente.

Estaban totalmente a merced de los elementos y sólo podían contar consigo mismos. Aunque tiene un toque de romanticismo que el goretex y los GPSs han hecho que se pierda para siempre. No se puede tener todo.

Un saludo Jeshua!

Carlos OC dijo...

Otra genial entrada.
salu2.

Bovolo dijo...

Gracias Orayo!

padawan dijo...

Siempre me han parecido fascinantes las aventuras de los exploradores del Ártico y el Antártico, desde estos, más científicos, a los más aventureros de años anteriores

Anónimo dijo...

Como me gustan este tipo de historias, sensacional Bovolo, argumentada como en ti es habitual.
Con referencia a lo que comenta Jeshua, creo que este habla más o menos del asunto de los nazis en el ártico:
http://www.bibliotecapleyades.net/tierra_hueca/esp_tierra_hueca_12.htm

Bovolo dijo...

Muchas gracias Josete y Padawan por vuestro comentario.

El link interesantísimo, del tema del Antártico y los nazis si que tenía por ahí apuntado algo. Aunque no exactamente sobre esa base de submarinos.

Bueno de hecho me confundió un poco el hecho que este post iba sobre el Ártico, aunque yo también a veces los confundo, hace tanto frío en los dos ;-)

saludos!